Correr sin apuro, caminando a pulso; salir, respirar, andar y observar.
Esperar al señor reloj para mi compañía, sin que se derrita antes de alguna tardanza; luego avanzar. Retroceder sin tropezar, cerrar ojos y escuchar. Sentir palpitar, sentir el tacto, sentir los rayos del sol y recordar, sin mentir!, ni rehusar a anhelos oprimidos para que lágrimas huyan. Elevando brazos (Inspirar) absorbiendo todo lo cercano y en un instante morir.
Correr sin apuro, crecer en cada segundo y ser iluminado por estrellas cabidas en agujeros del cielo. Decidir continuar, amarrando cabos sueltos tirados en el puerto de la supremacía irónica y deshonesta tuya. Aquel delirio subterráneo, queriendo flotar en momentos de sentir, padeciendo sensatez y... nuevamente, sin mentir!.
Caminar a pulso, pisando latidos en un azar de caminos. Así emerge el movimiento adjunto a tu sonido y al recuerdo que reclama que el pasado vendrá a visitar este artificio, siendo personaje definitorio del episodio de algún amanecer crónico. Y ... sin mentir!... permanecer en el arrebol de tu sentir.